La leyenda del Herrero


Uno de esos días de invierno, tan soleados como gélidos, una vieja se acercó al mercado para hacerse con un puñal. Contaba con un poderoso enemigo al que debía un gran favor y sabía, gracias al destino, que solo en la herrería podrían ayudarla.  
El joven de su premonición, un fuerte herrero de origen humilde, parecía estar esperándola cuando se acercó a él y le ofreció leerle el porvenir a cambio de un hermoso puñal. 

“Antes de lo que esperas, tu valor será llamado. 
Si tienes fe en un ser alado, de grandes fauces y dos patas, conseguirás la gloria que un hombre merece; sin embargo, morirás si no fallas” 

La vieja se fue con aquel puñal bajo su túnica, satisfecha por su astucia al tratar con un ignorante, pues el herrero no comprendió aquellas palabras que podían haberle salvado de una muerte segura. 
Días más tarde, cuando la guardia de la corte acudió a por una espada encargada para el Rey, de un valor incalculable, el herrero descubrió que había desaparecido. Aquello desató terribles consecuencias, pues se hizo apresar su esposa, a modo de fianza, hasta que apareciese el arma tan preciada. 
Esto ofendió y enfureció a nuestro herrero, hasta tal punto que, espada en mano y escudo al hombro, salió en busca de venganza camino del castillo.  
 
       "¿Qué pretendes mal hombre? No conseguirás más que la muerte si sigues por estas sendas", dijo un Mago del bosque que le esperaba en medio del camino. 
     "No pretendo otra cosa más que la venganza"
      "Yo te mostraré la forma si prometes algo para mí". El Mago de patas de cabra se acercó al herrero confiado. "Entregarme tu alma al morir". 

Aceptó sin dudarlo, pues la vida de su esposa bien lo valía, y le siguió escalando hasta la copa de un árbol, observando en sus hombros dos alas rotas colgaban sin plumas. Ni siquiera le importó que el mago, soplando un extraño polvo en sus ojos, le hiciera caer. Pues al levantarse se sentía mucho mas vigoroso. 
Corrió hacia el castillo, sin cansancio ni pesar, con el único objetivo de salvar a su amada. Y no te sorprenderá saber que triunfó en su cometido.  
Pero, antes de poder enorgullecerse si quiera, el frío acero de un conocido puñal le atravesó el cuerpo. Su esposa, empuñando la hoja que le dio muerte, se transformó en aquella vieja que bien le supo engañar. El héroe triunfante, pereció tras la victoria. 
Y su alma, su poderosa alma, ya no le pertenecía. 


2 comentarios:

  1. Uhhh me ha gustado mucho la leyenda. ¿La has ideado tú para Orquídea? ¿O tiene otro origen?
    Siempre me han gustado esas profecías o destinos revelados que terminan cumpliéndose de las formas más inesperadas.

    ¡Abrazos!

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    1. Existe una leyenda popular sobre un guerrero que vendió su alma, pero me sirvió de inspiración para crear esta. En la primera edición de Orquídea Blanca, Poème se la contaba a Edrick como un símil de las desventuras a las que él se estaba enfrentando... Por necesidad, Madame Tijeras se la llevó por delante :P

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