Fragmentos (4)

—Soy tan consciente de ello como de que mi única debilidad eres tú —susurró—. No voy a seguir adelante con esto, pecosa. —Cerró los ojos con fuerza y sentí como negaba con la cabeza con su frente pegada a la mía. Recordé el Halloween pasado y la terrible sensación de pérdida que me acompañó durante toda la velada hasta que él desapareció ondeando su capa de vampiro—. Lo que pretendes no es tan fácil y no va a ser inocuo para ninguno de nosotros. No pienso contribuir a algo en lo que tengo demasiado que perder. —Agarró mi cabello en un puñado y tomó aire antes de entregarme en un beso todo lo que sentía por mí—. He hecho todo lo que he podido por hacerte feliz conservando la esperanza —susurró—, pero tú y yo sabemos que esto no va a terminar nunca.

—¿A qué viene todo esto? —dije con la voz temblorosa y un cosquilleo en los labios.

—Te he seguido a todas partes. Ahora te toca a ti.

—Pero, ¿qué…?

—Me rindo, Poème. —Se alejó para mirarme a los ojos—. Esta noche me voy y, si tu juramento significa algo para ti, vendrás conmigo.  

Orquídea Blanca, Libro II