Fragmento

Tras una siniestra ráfaga de aire, el sonido de un cristal estallando en un millón de partículas llamó nuestra ateción. Poème se levantó de inmediato y echó a correr hacia la cocina conmigo pisándole los talones. Ambos podíamos percibir que algo acababa de ocurrir con Iria.

—¡¿Qué ha pasado?! —pregunté alterado.

La bruja de tierra estaba cubierta de fragmentos de hielo afilado. Su rostro, sus brazos, sus pestañas, cada fragmento de su piel, de su pelo y de su ropa estaban repletos de escarcha. Miraba de un lado al otro, pero sus labios estaban sellados literalmente. Iria no podía mover ni un músculo.